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“La historia es nuestra y la hacen los pueblos” Salvador Allende, 11 de septiembre de 1973.
A pocas horas de concluido el proceso de votación del plebiscito, el pueblo expresó claramente su voluntad de desechar la Constitución del 80 impuesta por Pinochet – incluidas las reformas introducidas por los gobiernos de “transición a la democracia” - y de redactar una nueva carta fundamental.
De la mano de la Revuelta Popular del 18 de octubre del año pasado y de su prolongación a lo largo de todo este año, el pueblo de Chile de dentro y fuera del territorio, impuso la realización de este plebiscito, que no sólo aprobó el cambio de la Constitución del 80 sino también la modalidad para hacerlo: una Convención Constituyente - 155 personas elegidas directamente, paridad de género incluida.
Pese a todos los obstáculos que opuso el gobierno de Piñera a la libre expresión de la voluntad popular, a las cifras preocupantes que arrojan los informes sanitarios sobre los estragos que causa la pandemia, la pésima calidad de las campañas televisivas del Apruebo y Rechazo y los últimos rumores de eventuales actos de violencia que podrían producirse durante este evento, hoy el pueblo chileno se movilizó, votó y rechazó mayoritariamente la Constitución de 1980, cuya continuidad le impuso al pueblo la transición pactada de hace tres décadas.
En estos momentos, Santiago y otras ciudades a lo largo de Chile están de fiesta. En la capital, la Plaza de la Dignidad, ex Plaza Baquedano, se viste de banderas chilenas y mapuches. La estatua del general Baquedano estrenó nuevo look, verde esta vez. Armado con su sola presencia, el pueblo dispuesto a celebrar su victoria obligó a las fuerzas policiales a retirarse del corazón de la capital. Familias completas han salido a las calles a celebrar - por “el futuro de sus nietos”, dijo un abuelo que no ha perdido la esperanza.
Los comentaristas de los medios de comunicación destacan la participación mayoritaria en este plebiscito tanto de los jóvenes como de los viejos, los principales afectados por las políticas neoliberales. “Nula presencia policial”, dicen. Los oportunistas de todo pelaje han comenzado a hacer rimbombantes declaraciones para arrogarse el triunfo del Apruebo y de paso proyectarse en futuras candidaturas presidenciales. Incluso, Piñera y algunos de sus ministros hacen suyo el aplastante triunfo popular, ese mismo pueblo al que no hace mucho le declaraban la guerra.
Mañana, después de esta fiesta, el pueblo se despertará para enfrentar otros desafíos: impedir que esta victoria se diluya en tratativas a sus espaldas, en maniobras distractivas y dilatorias para bajarle el perfil a sus demandas y despojarlas de su carácter radical.
Durante varias décadas y especialmente desde la Revuelta de Octubre, el pueblo ha expresado claramente sus demandas en los muros de las ciudades. Porque Las paredes hablan lo que la prensa calla y éste es el único medio que tienen los excluidos del duopolio derechista de la prensa para plantear sus reivindicaciones: Educación pública, gratuita y de calidad, Salarios dignos y Pensiones dignas, Vivienda digna, Salud digna, Libertad a los presos políticos, mapuche y de la revuelta, Libertad para Mauricio Norambuena, No al Sename, No al lucro, Patagonia sin represas, No más impunidad, Contra el terrorismo de Estado, Basta de femicidios, Igualdad de género, Asamblea Constituyente... Un buen comienzo para redactar la nueva Constitución.
Y para que lo sepan aquellos que en otros lares han querido imitar el modelo chileno, el pueblo decretó su rotundo rechazo al sistema económico capitalista: Si aquí nació el neoliberalismo, acá morirá.
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