Publicado Enero 13, 2021
El aprendizaje socioemocional no se enseña, se vive. Una reflexión con las escuelas.
Cuerpo
Vivimos en una sociedad tremendamente violenta, que avala la violencia física, psicológica, económica y estructural, y debemos ser capaces de mirar críticamente.

La escuela desde sus inicios se ha visto envuelta y fundamentada por el saber científico, asentada en lo normativo y comprobable. Sus procesos, tales como la organización del currículo, metodologías de evaluación, estilo de enseñanza-aprendizaje, procesos institucionales, relaciones docente-estudiante, entre otros, se ven enfrascados en una exigencia normativa, jerárquica e inmersa en la cultura científica. Dicho sea de paso, la fuerte ideología respecto a la individualidad como valor fundamental que tiñe todos los procesos. Dicho esto, lo relevante al caso, es cómo se concibe la educación emocional, la cual, en este tiempo de pandemia, se ha transformado en protagonista dentro de las escuelas.

La educación emocional es algo que se viene desarrollando de manera teórica y práctica durante todo el siglo XX y XXI de la mano con la psicología y la ciencia en general. Toma un fuerte realce en los años 90 con Daniel Goleman y su superventas “La inteligencia emocional”. Del mismo modo organizaciones internacionales como la ONU a través de Unesco y Unicef trabajan para implementar en conjunto con instituciones gubernamentales estrategias de educación y desarrollo socioemocional. A Partir de ello, comúnmente se concibe por círculos ligados al área educacional, a las ciencias cerebrocentristas, y a la psicología y psiquiatría, como algo que se enseña, que está dentro de nosotros, que es individual, y que debe gestionarse personalmente.

Esto en consonancia con una postura moderna, como se señalaba en las primeras líneas. Es entendible de manera práctica, no obstante, no se debe dejar de visualizar, reflexionar y accionar frente a los factores en los cuales se enmarcan estas emociones, es decir, las condiciones que las producen, por tanto, gestionarlas no es suficiente. Las emociones no se enseñan, así como lo es el caso de la lectura, los números, las artes y las ciencias, que la “furia es de color rojo” y “la tristeza es azul”. Es innegable que debe existir una base conceptual para explorar e invitar a la enseñanza de las emociones, sin embargo, nuevamente, no es suficiente. Es como decirles a las personas que sufren de violencia, golpes y abusos, que respiren profundamente y canalicen de mejor manera su rabia. No creo que ese sea el camino y el modo. Vivimos en una sociedad tremendamente violenta, que avala la violencia física, psicológica, económica y estructural, y debemos ser capaces de mirar críticamente.

Son las familias y las escuelas, algunos de los principales espacios experienciales de las relaciones humanas. No puede ser concebible una educación emocional enseñada, y menos dentro de la estructura verticalizada de la educación actual. La educación emocional se vive y se experimenta todos los días, al interior y fuera de las familias, en la experiencia diaria, en los medios de comunicación, en el país, en la escuela.

Actualmente, estamos viviendo como humanidad, un episodio difícil y lleno de incertidumbres, con la exigencia hacia los seres humanos a vivir en cooperación y colaboración, en mirarnos y escucharnos. Según el MINEDUC, para el periodo 2021, se debe trabajar fuertemente, además de una planificación que permita un lugar seguro sanitariamente para toda la comunidad educativa, un lugar emocionalmente seguro. Por lo tanto, cobra relevancia fundamental que el desarrollo emocional cruce por la institución escolar completa: en su cultura, en sus relaciones cotidianas, en el trato de docentes a estudiantes, de estudiantes a docentes, de dirección a docentes y toda la comunidad educativa.

No solo son talleres socioemocionales dictado por alguien: el aprendizaje socioemocional ocurre permanentemente en las experiencias cotidianas que la escuela permite. Ahora la pregunta es acerca de qué lugar tendrá la educación socioemocional este año y los próximos, y de qué manera se abordará. ¿Se piensa comenzar la jornada con algún profesional que desarrolle una charla monologo sobre las emociones? Pero luego de que este profesional deje el aula, ¿Qué pasará?, ¿el profesor o profesora continuará su clase “normalmente”? Es un cambio de creencias, de estructuras, que comienza y se desarrolla en todas las experiencias cotidianas y en los vínculos que permite la vivencia escolar. El aprendizaje socioemocional es siempre. Entonces, ¿La educación emocional se enseña?