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Bocinazos, música, alegría, jolgorio y sobre todo el despliegue de emociones de los partidarios de Kast y Boric, unos apostando por el orden cívico y el Estado de derecho policial declarando la independencia irrestricta de los poderes, con énfasis en la independencia del poder judicial para hacer cumplir la ley con condenas ejemplificadoras para todo aquel delincuente que ose en quebrantarlas. Su objetivo entregar certeza jurídica que propenda a un mayor interés y atracción a la inversión extranjera y nacional cuyo fin último radica en alcanzar un mayor crecimiento económico.
La alternativa antagónica aboga por la existencia de una mayor democracia participativa que incluya los pueblos originarios, minorías y aquellos que no han tenido voz, respetando la institucionalidad existente (Constitución de 1980), y entregando derechos sociales, esos que la sociedad chilena desconoce por su inequitativa distribución de la riqueza, cuyo fin es entregar dignidad a las personas.
Si bien es cierto, muchos de los adherentes votantes a la campaña de Boric no se sienten del todo convocados a su programa, pero, también saben que es la alternativa de detener el avance de la oscuridad (extrema derecha), como se dice, “votar por el mal menor” al cual todos estamos invitados este 19 de diciembre.
La emoción electoral de estas semanas rememora la propaganda política y el despliegue cultural y artístico (músicos, poetas, actores) de finales de los años ochenta, el arcoíris y la alegría que iba a llegar, eran las caravanas de Büchi o Aylwin (libertad o comunismo) de las elecciones presidenciales del 14 de diciembre de 1989, siendo electo P. Aylwin (democracia cristiana), entonces se elegía entre el Pinochetismo y la Democracia.
Lo que desconocía el pueblo de esa época fueron las formas en que se optó para dar una salida democrática a los oscuros, violentos y criminales años del Pinochetismo (no juzgamiento de Pinochet por los crímenes de lesa humanidad: comandante en jefe de las fuerzas armadas, senador vitalicio, justicia en la medida de lo posible, pacto de silencio; economía de libre mercado, con interés en la inversión extranjera sin trabas impositivas, privilegiando una economía rentista y extractivista, precarizando el empleo y eliminando los derechos sociales traspasados al sector privado: salud, educación y pensión), derechos que forman la estructura de toda sociedad que aprecie la paz, el bien vivir y la dignidad de las personas.
Por una parte, la derecha de siempre que ganó la guerra de Lircay, (17 de abril de 1830, encabezada por Prieto, tras la guerra civil y aplastante derrota del ejército de Ramón Freire), instaurando el orden Portaliano caracterizado por una praxis política, social y económica conservadora, privilegiando el orden público por sobre las libertades ciudadanas, vale decir, la obediencia de la sociedad civil a la autoridad bajo un modelo hiper presidencialista el que ha prevalecido hasta estos tiempos de convenciones y más democracia.
Cuyas fórmulas empleadas para la obtención de votos ha sido y sigue siendo el terror, el miedo, el comunismo, ese que existió en la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, el poder a través de los Soviets, esos que se comían las guaguas, esos que no permitían las libertades. Las mismas que instauró el presidente Allende, pero, que derecha tenemos en Chile, la más troglodita, patriarcal y fascista, la misma que ama a Pinochet y su obra.
Y es el rítmico Kast, vote 2, vote 2, Kast, Kast presidente, dice su slogan de campaña para conquistar los corazones heridos y nostálgicos románticos de aquellos tiempos, caracterizados por decretar leyes con fuerza ley para obtener resultados positivos de la experimentación realizada a la sociedad chilena, destacadas por positivas estadísticas macroeconómicas obtenidas y acrecentadas en los períodos posdictatoriales.
Que caracterizó a gobiernos de corte moderados y renovados, fruto del primer frente antidictatorial constituido en 1983 a la cabeza de Ricardo Lagos Escobar, La Alianza Democrática, donde el grueso del Partido Socialista pactó con la democracia cristina, radicales, socialdemócratas, socialistas populares y republicanos demócratas imponiéndose al Movimiento Democrático Popular (Partido Comunista, Movimiento de Izquierda Revolucionario y Socialistas de Almeyda). Para luego en 1987 formar parte de la fundación y presidencia del Partido por la Democracia (PPD) que reunía a sectores socialistas, liberales progresistas y centristas cristianos[1].
Sí, ya sabemos sus resultados: privatizaciones, concesiones, extractivismo rentista, grupos económicos capaces de dictar leyes a sus séquitos parlamentarios de la república (corrupción, financiamiento ilegal a la política o más conocido como las boletas ideológicamente falsas), los mismos que piden el voto a cambio de unas ayudas sociales como canastas de alimentos y otras cuestiones básicas para la subsistencia, como también, hacen gárgaras del demonio vestido de comunismo, terrorismo, delincuencia, es decir, la política del terror que permea el pensamiento de la sociedad civil.
Lo sabemos, esa parte de la población chilena, aún vota desconociendo que no basta con caridad y un robusto sistema de ayudas sociales, (fundaciones, ONG, u otras), para mejorar la calidad de vida y dignidad de los seres humanos, sino más bien, que la sociedad y las personas que la constituyen somos sujetos de derechos sociales. Los que se nos ha negado por siglos, algo que en otras latitudes es normal, como lo son la educación, salud y pensiones llevadas a cabo en gobiernos socialdemócratas, como ocurre con los países europeos (Estado de Bienestar). Pero, para la extrema derecha que ansía gobernar la Copia Feliz del Edén, es demasiado comunista.
A esta altura de las elecciones del próximo presidente, aún existe un sector de la población que cree que el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) es por iniciativa y buen corazón del presidente Piñera, desconociendo que esos ingresos provienen de los impuestos pagados por la sociedad civil y que por lo demás es el más regresivo, Impuesto al Valor Agregado (IVA), que, dicho sea de paso, son las capas medias y bajas quienes soportan el peso del tributo, pues, simplemente el gasto de los ciudadanos mueven la economía a través del consumo dado que su capacidad de ahorro es nulo.
Pero, al parecer, explicar lo antes mencionado a ciudadanos que no terminan de digerirlo y concientizarlo les da lo mismo seguir con ese régimen del amo y del esclavo, si para eso dicen: ¡gane quien gane las elecciones debemos seguir trabajando igual!, pero que semejante barbaridad oratoria, y es aquí donde merecemos preguntarnos y cuestionarnos ¿cuánto hizo la Concertación de partidos por la democracia para estar en esta situación?
La respuesta a este cuestionamiento puede hilarse de distintos momentos históricos o de una íntima imbricación del Pinochetismo con el Concertacionismo para alcanzar la democracia participativa o mejor dicho la Democracia en la Medida de lo Posible, haciendo alusión a las palabras del ex presidente Aylwin: “Justicia en la medida de lo posible”.
Entonces, parece una pesadilla que ha vivido la sociedad chilena desde los años noventa, pues, la justicia no llegó para las víctimas de los Derechos Humanos (desapariciones forzosas, torturas, negacionismo, olvido), el florecimiento de los tratados de libre comercio y la economía neoliberal hizo del país un caldillo de experimentaciones libre mercadistas trastocando valores y principios esenciales en la cultura y modos de entender y vivir la existencia humana.
Donde el esfuerzo y pelar el ajo con empleos precarizados, jornadas horarias de cuarenta y ocho horas semanales que desde el año 2005 fueron reducidas a cuarenta y cinco horas y salarios mínimos acorde a la realidad del mercado (oferta y demanda) dado que un aumento real, entiéndase acorde al coste de la vida, comprometía y sigue comprometiendo para los dueños del capital un desequilibrio económico para las arcas fiscales, un menor crecimiento económico y un aumento de la población desempleada, o, mejor dicho, un dejar de percibir una mayor tasa de ganancia para el empresariado ya que la equivalencia entre remuneración y producción es una pata basal de la mesa del crecimiento económico y por ende del desarrollo país, de acuerdo, al modelo instaurado por los Chicago Boys y practicado a la perfección desde los años noventa a la fecha.
Que, en lo laboral desde 1979 el Plan Laboral de José Piñera sigue intacto, es decir, la desregulación del mercado laboral a la que se ha sometido las y los trabajadores bajo el pretexto de conseguir pleno empleo responde a los objetivos trazados por los diferentes gobiernos posdictatoriales profundizando la variedad de sindicatos muchos de ellos sin derecho a negociar colectivamente.
Los efectos de lo antes mencionado es la nula capacidad de las y los trabajadores para actuar como contraparte o contrapoder del empresariado, neutralizando las demandas laborales como consecuencia del Plan Laboral de 1979 que privilegia y, además, es funcional a la economía de libre mercado centrada en el crecimiento económico, la competencia, el patriarcado y la división del trabajo, concibiendo al mercado como un ente autorregulador de las relaciones laborales.
Lo que nos dice Kast en su Plan de gobierno Chile 2022-2025 en lo específico el mundo laboral en el acápite, Más empleos y mejores sueldos[2]: que inyectará recursos para incentivar la formalización laboral; libertad horaria; trabajo por hora y teletrabajo; mayor participación laboral de mujeres y jóvenes; ampliar acceso gratuito a sala cuna; extender la jornada preescolar que le permita a la mujer disponer de una mayor franja horaria laboral; transferencia directa a los trabajadores de salarios mínimos a través de un subsidio a las cotizaciones sociales.
Es decir, amplía la libertad laboral empresarial precarizando el empleo y sometiendo a la mujer a un mayor exfolio de sus derechos como resultado de una violencia patriarcal, pues, al igual que los gobiernos posdictatoriales mantendrá el Plan Laboral de 1979 que descansa en el decreto Ley 2.756 sobre la Organización Sindical y el Decreto Ley 2.758 sobre La Negociación Colectiva. Decretos leyes que condicionan las movilizaciones sindicales al someterlas a un cinturón de fuerza para poder negociar como lo son: la negociación colectiva empresarial, libertad sindical y la huelga con reemplazo sin afectar la producción y funcionamiento de la empresa.
Por lo tanto, reactivar la economía o como lo llama Kast “Atrévete a recuperar la economía” es más de lo hasta ahora conocido y vivido por la sociedad a partir de los slogan o retórica política empleada por la plutocracia.
Entonces podemos decir que, la ansiada paz social no se construye empleando el negacionismo ni profundizando un férreo Estado Portaliano y conservador, impulsando medidas represivas contra la oposición como lo señala el candidato Kast en su programa: “...recuperará el Estado de derecho, el orden y la autoridad, …, haremos cumplir las leyes, …, porque estamos cansados de la “primera línea”, de quienes usan la violencia como medio de acción política, …, vamos a restituir el Estado de derecho en plenitud, haciendo uso de todos los medios legales disponibles para garantizar el orden público y llevar la paz a todo el territorio nacional”[3].
Sino más bien escuchando la soberanía que radica en el pueblo, esa que exigió sus derechos y necesidades en la Revuelta de 2019, porque el sujeto viviente es comunitario y constituye la naturaleza como un satisfactor, el alimento, vestuario, agua, techo, mostrándonos las vulnerabilidades de la vida humana y es el capitalismo que en cada crisis autogenerada va cambiando las condiciones de la vida, transformándose en un asesino en serie.
Y es la ética que debe prevalecer para la construcción de un sistema donde no exista hambre y sed de justicia, donde la dignidad humana, los sistemas de educación y el no negacionismo de nuestra historia sean reconocidos como bienes espirituales que forman parte de nuestras necesidades humanas, que, por tanto, al igual que las económicas deben ser satisfechas.
[2] Plan de gobierno candidato presidencial José Antonio Kast R. Chile, 2022-2025, p.18.
[3] Plan de gobierno candidato presidencial José Antonio Kast R. Chile, 2022-2025, p.7.
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