Publicado Mayo 11, 2021
¡No-todo somos vándalos! Puntuaciones para una posibilidad de gobernarnos
Cuerpo
Pensar el día después de la revolución, pensar el día después, pensar un gobierno de no-todo vándalos, un gobierno de indígenas, negrxs, mestizxs, indignadxs, protestantes, trajadorxs, estudiantes, entre otrxs, un gobierno de no-todo que nunca se termina de cerrar, un gobierno no totalizante por tanto universalizable.

Las marchas y protestas en Colombia han puesto en evidencia que en los sujetos llamados “jóvenes” el Otro social no puede responder más con los ideales del capitalismo neoliberal del trabajo fuerte para “salir adelante”, “estudia para que seas alguien” de la meritocracia, ni siquiera el “sé feliz” del coaching, la superación o del pensamiento positivo. Estas frases ya no calan en una población cada vez más desesperanzada, y es precisamente esa desesperanza que ha hecho que estos salgan a las calles,  contrario a los que muchos esperaban: sujetos dóciles, en una especie de resignación depresiva de la que nada ni nadie los iba a poder hacer salir y mucho menos esperar de estxs algún compromiso político de protesta. Al parecer la misma realidad hizo en ellxs una especie de coraje de la desesperanza, título a que apela el filósofo esloveno Zizek (2018) retomando a Agamben en uno de sus libros. Aunque este coraje más bien parece eso que Fisher (2016) denomina la captura de  un descontento hacía un objetivo en común que para él era el capital, para el caso de Colombia es el capital enredado con lógicas coloniales hacendales, una bisagra neoliberal-colonial que sigue imperando en Colombia y en muchos países latinoamericanos y que ha tornado la realidad insoportable.

El Otro en la teoría psicoanalítica lacaniana es inconsistente -aunque siempre lo fue- pero imaginariamente se había tornado lo contrario por medio de los ideales de una realidad constituida ideológicamente desde un capitalismo neoliberal, así como respuesta en diferentes contextos latinoamericanos y mundiales estos sujetos llamados jóvenes han salido a protestar, y así nos lo ha mostrado Chile, Ecuador y ahora Colombia entre otros países. Hay que decir que a estos jóvenes se han unido antiguos manifestantes que han tratado de articular las demandas de estos jóvenes con las suyas en un intento por hegemonizar dichas demandas alrededor de un significante vacío (el Otro está incompleto) al mejor estilo laclausiano, pero también hay que decir que estas no han llegado a ese fin de tornarse tales. El ímpetu y la fuerza de estos “jóvenes” aunque logra desestabilizar por momentos gobiernos (en el caso de Colombia y el gobierno Duque) alcanzado a hacer renunciar ministros y echar para atrás reformas de un carácter eminentemente neoliberal que va en contra de los intereses de la mayoría por beneficiar a unos pocos (intereses de grandes capitales financieros tanto nacionales como de empresas multinacionales) estos intereses (del capital) se logran reagrupar nuevamente, incluso parecen desterritorializarse y proporcionarse re-territorializaciones al mejor estilo guattariano donde al parecer ya los capitales se fugan y fluyen  mejor que los sujetos, y para un ejemplo de esto están los tratados de libre comercio donde parece que lo único que no fluye son los sujetos, y cuando estos lo hacen es para seguir el ritmo de esos capitales, cuestión que Zizek (2006) ha planteado en varias ocasiones:

Es, efectivamente, la oposición actual al capitalismo global la que parece proporcionar una especie de imagen especular negativa en relación con la visión de Deleuze acerca de la naturaleza intrínsecamente antagónica de la dinámica capitalista    (una poderosa máquina de desterritorialización que genera nuevos modos de territorialización): la resistencia actual al capitalismo reproduce el mismo antagonismo. Las llamadas a la defensa de identidades particulares (culturales, étnicas)      amenazadas por la dinámica global, coexiste con las demandas de mayor movilidad global (frente a las nuevas barreras impuestas por el capitalismo, que afectan, sobre todo, a la libertad de movimiento de los individuos). ¿Es cierto, entonces, que estas tendencias (estas lignes defuite, como habría dicho Deleuze) pueden coexistir de una manera no antagónica, como partes de la misma red global de resistencia? Nos sentimos tentados de responder a esta pretensión aplicándole la idea de Laclau de la cadena de equivalencias: por supuesto, esta lógica de las multitudes funciona, porque sigue tratándose de resistencia. Pero ¿qué va a pasar cuando -si éste es realmente el deseo y la voluntad de estos movimientos"tomemos el poder"? ¿Cómo sería la "multitud en el poder"? (p.225).

Lo peor que puede pasar en estas revueltas y protestas es perder el camino trazado por ese ímpetu de transformación, no hay que abandonar la lucha política que significa cómo gobernarnos (tomarse el poder), se puede pedir en esas protestas demandas: ¡qué se vayan todos! como en los cacelorazos en la Argentina de comienzos del siglo XX, idea que expresaba un descontento generalizado de la población Argentina por la perdida d sus ahorros pero también de varios años de políticas neoliberales que habían dejado sobre todo a muchos sin empleo y desintegrado lo poco que quedaba de un estado de bienestar, pero hay que recordar que eso mismo que hizo elegir a presidentes que traían una alternativa para tratar de elaborar esas demandas en un gobierno, en pocos años también hizo a elegir a un presidente como Macri que echó para atrás mucho de las demandas ganadas de esa época.

La cólera como una reacción del sujeto a una decepción, al fracaso de una correlación esperada entre un orden simbólico y la respuesta de lo real. En otras palabras , la cólera está ligada esencialmente con lo que expresa esta formular de Péguy, quien la dijo en una circunstancia humorística- es cuando los clavijos no entran en los agujeritos (Lacan 2000, p. 127).

Si bien el thymos (enojo) significa inspirarse, y el enojo y la cólera de los jóvenes y sus marchas y protestas nos haninspirado, incluso para acompañarlas, inspiración que sirve para ubicarse en lo Real de la vida (Lacan ubica la vida en lo Real) también nos puede llevar a lo peor cuando desde el sujeto su angustia se trata de darle consistencia a ese Otro al hacer entrar las clavijas en los agujeros. Eso es lo preocupante de la cólera si bien logra ubicar a un sujeto en la vida cuando no obtiene una respuesta del Otro, lo que también devuelve la respuesta al propio sujeto, que abre la posibilidad de responder por sí mismo (el cuidado de sí foucaultiano) o el mundo sin amos zizeriano, también la otra respuesta puede ser buscar con esa cólera una respuesta del Otro a como de lugar, y el Otro responde a ese sujeto para obturar la angustia y calmar esas pasiones tristes spinozianas, más cuando ese Otro no es tanto que no sea inconsistente sino que el sujeto soporte su inconsistencia, su incompletitud,  así que cualquier señal que vele esa condición puede ser captada por el sujeto como un acto de reconocimiento. 

No hay que caer en la trampa de la esencialización e individualización de la satisfacción de ciertas demandadas particulares, esa es la trampa de ciertos logros particulares, individualizantes e incluso identitarias. Durante años parecen que las reformas han tratado de conseguir es eso, pasar de un sujeto subversivo a un individuo imaginariamente pleno, por eso se esparcieron los ideales neoliberales del individuo emprendedor, triunfador, exitoso, desconociéndose las condiciones estructurales desiguales e inequitativas de muchos contextos que han traído situaciones para muchos de pobreza, miseria, injusticias, etc. Es por eso que cada vez se hace más necesario algo que vuelva a vincular a esos excluidos, a esos que cada vez les cuesta más trabajo estar en un mundo en condiciones dignas, un acontecimiento que permita que muchos puedan acceder a esas condiciones:

El mundo está estructurado por desigualdades, a menudo terribles, desigualdades de hecho. Y, sin embargo, todo universalismo exige la igualdad en el orden propio al que   corresponde cada proposición. El universalismo no está dado en el mundo: es un acontecimiento. En cierto sentido, siempre es algo que se propone contra el mundo    regido normalmente por códigos desigualitarios. Por tanto, tenemos una lucha, una contradicción y un conflicto entre el surgimiento de nuevas posibilidades universales dirigidas a todos y el mundo tal y como es (Badiou, 2006).

Durante mucho tiempo el discurso oficial de los gobiernos colombianos ha sido señalar a los diferentes manifestantes como vándalos, hay que recordar que antes también estas manifestaciones de  protestas eran tildadas de terroristas o guerrilleras, calificativos que en Colombia son sinónimos para muchxs. Vandalizar ha sido el modo como se deslegitima dichas protestas o se callan las demandas de protesta  frente a la no respuesta históricas de los gobiernos. El vándalo aquí puede operar como el universal: ¡vándalos somos todxs! Históricamente vándalo se le llamaba a los que no se ubicaban  dentro  del imperio Romano, acá vándalo son los que no pueden ubicarse dentro de los privilegios de ciertas élites y no se identifican a ellos, por tanto  salen a protestar en contra de unas lógicas político económicas que cada vez excluyen a más: trabajadores que quieren reclamar mejores condiciones y no seguir trabajando en condiciones precarias, estudiantes pidiendo una educación pública digna y no endeudarse en lógicas crediticias y financieras, jóvenes que piden, jóvenes que no tienen ningún futuro, campesinxs que ni siquiera lo que cultivan les da para pagar dichos cultivos, y así la lista sigue, ya que las demandas son cada vez más, es hora de un universalidad subjetiva en el mejor decir de Spivak (2003), una subalternidad no totalizante o como lo plantea la teoría lacaniana, una universalidad no-toda. Un gobierno “por” a un gobierno para (Gallo, 2020), donde las singularidades de un sujeto puedan ser universalidades en políticas no globalizantes que individualizan masificando.

Las políticas capitalistas neoliberales si algo saben es negociar las demandas particulares, negocian individualizando para que el otro se reconozca en esa individualidad, en ese falso reconocimiento el individuo se pierde en sí mismo y en sus demandas, rompe con el otro y la posibilidad de articular sus demandas en un colectivo. Las vías de ese falso reconocimiento lo hacen retornar a su punto de demanda inicial tarde o temprano, ya que la individualización no responde por un sujeto y su vacío estructural sino por una esencia que lo fija a un lugar: ¡tú eres eso!.

Durante siglos en este continente de Abya Yala  a los diferentes sujetos los han sualbternizado fijándolos en identidades: indios, negros hasta mestizos, todos alrededor de un blanco idealizado que jamás podían ser pero que si obedecían podía alcanzar algo de ese lugar o recibir los beneficios de ese lugar, así como el famoso ejemplo del capitalismo neoliberal donde las copas de champaña del efecto derrame, que si se llena las copas de arriba de la pirámide tarde o temprano se llenaran las de abajo. Hay que decir que eso muy pocas sucedió, y como en la película española “el hoyo” poco o nada llegaba a esas copas ubicadas abajo. Así mismo ese lugar “blanco” colonial tampoco era un lugar alcanzable para ninguno, incluyendo a los mestizos que por muy blancos que fueran tampoco podían ser, pero ese lugar ideal se ha podido mantener gracias  a la ilusión que algunos si pueden alcanzarlo, de ahí que las élites mestizas después de las independencias asumieron ese lugar imaginario de creerse que ellos si “eran” o los llamados a “ser”, excluyeron después de expulsar a los europeos blancos a los que imaginariamente no eran, supuesto basado en algún rasgo físico (ser negro o indígena) o de rango social (pobres), así constituyeron este mundo simbólico donde la realidad para muchos ha sido insoportable, por eso la pregunta ante lo que está sucediendo en Colombia y en otros países con las revueltas es: ¿por que no había sucedido antes?

Ante este ímpetu de revueltas en Colombia y en otros lugares hay que tener el cuidado que esto no conduzca a la decepción frente a la pérdida de fuerza de las protestas, así que la ira se puede tornar en tristeza, y caer en el lugar de sentirse víctima del Otro o del destino, constituyéndose después de la protesta el sujeto depresivo. Por eso lo que importa después de la protesta es el día después, incluso hasta logrando las demandas de las mismas  protestas, la pregunta sigue siendo: ¿Qué se hace con esas demandas?

Ya se dijo que lo peor que puede pasar es que las demandas sean satisfechas de manera individual, lo otro es que la ira al parecer no conducen a dar estrategias, incluso tampoco la indignación, esa pasión de simpatía que experimento ante las injusticias no sólo mía sino del otro, entonces son necesarias otras pasiones que sean capaces de enlazar a diferentes sujetos y hace colectivos, demandas universalizables que no deben confundirse con una totalidad, para eso tendemos que ubicarnos en un lugar no esencializable, no individualista, no-todo, de ahí que el no-todo vandálico sería ese lugar donde nos podemos ubicarnos para seguir protestando pero sobre todo para pensar cómo podemos gobernarnos, incluso para pensar el día después de la protesta, pensar el día después de la revolución, pensar el día después, pensar un gobierno de no-todo vándalos, un gobierno de indígenas, negrxs, mestizxs, indignadxs, protestantes, trajadorxs, estudiantes, entre otrxs, un gobierno de no-todo que nunca se termina de cerrar, un gobierno no totalizante por tanto universalizable.
 

Referencias

Badiou, A. (2006). La potencia de lo abierto: universalismo, diferencia e igualdad. Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, núm. 73-74, Madrid: Archipiélago, pp. 21-34.

Fisher, M. (2016). Realismo capitalista. Buenos Aires: Caja negra

Gallo, J. (220). Psicoanálisis y subalternidad. Arte, cultura popular y subversión. Bogotá: Cátedra Libre.

 Lacan, J. (2000). El seminario libro 7. La ética del psicoanálisis. (1959-60). Buenos Aires: Paidós.

Spivak, G. C. (2003), “¿Puede hablar el subalterno?”, en Revista Colombiana de Antropología, núm. 39, Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, pp. 297-364.

Zizek, S. (2006). Órganos sin cuerpo. Sobre Deleuze y consecuencias. Valencias: Pre-textos.

Zizek, S. (2018). El coraje de la desesperanza. Barcelona: Anagrama.

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