Claramente la atención en el proceso Constituyente sirvió a los empresarios y a la elite económica-política para estructurar nuevos planes y proyectos aprobados en el silencio de la ilegalidad y los márgenes que desde temprana data el grupo poderoso ha aprendido a utilizar.
Si este ethos normativo llegase a cambiar por parte de los gobernados, el modelo probablemente respondería de forma violenta, evitando que sus gobernados pasen de ser consumidores, a ser ciudadanos sujetos de derechos sociales. Dado que, el único derecho en el neoliberalismo es el derecho a consumir.