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Francisco Herreros

Periodista de la Universidad de Chile. Máster en tecnologías de la información y Magíster en economía.  Ex director de revistas Cauce, semanario El Siglo y Pluma y Pincel. Premio de Periodismo Rey de España, Sociedad Periodística Emisión y medalla Líderes Sindicales de la Central Unitaria de Trabajadores . Autor de dos libros: "Del Gobierno del Pueblo a la Rebelión Popular" y "Cuatro Décadas de Neoliberalismo: La Larga Cueca del Rey Desnudo"; director editorial de Nueva Antología de Alejandro Lipschütz, y coautoría de libros Operación Cóndor, Regreso a la Esperanza, de Gladys Marín, y Podemos Cambiar el Mundo, de Camila Vallejo. Actual director de Red Digital.


 

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En apretada síntesis, describieron casos de jóvenes que fueron detenidos en circunstancias que calificaron como «extrañas por parte de personal no identificado como policías»; aseveraron que las investigaciones han sido lentas, y que en la generalidad de los casos, no existen pruebas para acreditar los delitos que se imputan...
Dos informes, de Amnistía Internacional y del Instituto Nacional de Derechos Humanos, coinciden en lo sustancial: a dos años del 18/O, la impunidad de las violaciones de los derechos humanos en la represión de la revuelta popular, es absoluta, inaceptable y vergonzosa.
Por la tendencia antedicha, está dentro de las posibilidades estadísticas, que Piñera obtenga otro record en su dudoso palmarés, y se convierta en el primer presidente en la historia del país, en ser destituido por corrupción; resultado más que posible, probable. 
Por lo que está empezando a aparecer, hasta para el partido del orden la salida anticipada de Piñera puede representar un alivio. Y si no sucede, a Piñera igual se le viene la noche con fecha de vencimiento el 11 de marzo de 2022, dentro de seis meses, cuando vuelva a su sola condición de empresario tramposo.
La misma historia de siempre: Piñera utilizó el gobierno para enriquecerse tanto él como sus amigos; como antes lucró con la liquidación de activos públicos o atropelló alterna o indistintamente, la ética y la norma legal.
Esta displicencia del gobierno ante el poder constituyente originario, obedece, de una parte al desagrado personal de Piñera, al verse desplazado de todo protagonismo en lo relativo a la Convención Constitucional, y de otra, al instintivo rechazo de las elites propietarias, políticas y empresariales, a la abigarrada representación del Chile real..